En la última de las tres jornadas de celebración por el 169° Aniversario de la ciudad se vivieron momentos de mucha emoción y otros repletos de alegría. Juegos, talleres, paseo de emprendedores, corredores gastronómicos y un escenario repleto de artistas dieron vida a un evento que quedará en las retinas de los miles de vecinos y vecinas que dijeron presentes en la fiesta.
Cuando todavía se presagiaba que la del cierre de los festejos sería una jornada cargada de sensaciones encontradas, un lucido desfile cívico militar por las calles de la Plaza “Hipólito Yrigoyen” estuvo a cargo de encender la chispa de la emoción para los vecinos y las vecinas que comenzaron a disfrutar del tercer día de actividades por el 169° Aniversario de Quequén apenas comenzando la tarde de este domingo.
También hubo una mezcla de orgullo y nostalgia entre el público presente cuando el intendente Arturo Rojas encendió las velas de una enorme torta que sirvió para que toda la plaza se pusiera a cantar al unísono el feliz cumpleaños para la ciudad del faro.
Luego vinieron los shows. De todo tipo y para todas las edades. Pasaron por el escenario principal, armado a un costado de la Delegación, numerosas agrupaciones folclóricas que hicieron bailar hasta al más desprevenido, pero también hubo rock, música para los chicos y mucha cumbia.
Por sobre todo, privó una sensación: la de la familia quequenense divirtiéndose. La que no prestaba atención a los números artísticos, jugaba con sus hijos en un parque de diversiones montado para la ocasión, recorría la feria de emprendedores buscando llevarse algún regalito, disfrutaba de la gastronomía en el paseo de food trucks o, simplemente, degustaba unos ricos mates en el césped del céntrico espacio público.
El sol también dijo presente, cómo se iba a perder semejante festejo. Y cuando se le ocurrió irse apareció la inconfundible voz de Nicolás Mattioli resonando en los parlantes para devolver el calor a una plaza que se estaba poniendo fresca. Será por eso que miles de quequenenses se juntaron al lado del escenario para devolverle tanta energía.
Y así, con el sentimiento de haber participado en una fiesta que quedará en las retinas de cada uno de los que dijeron presentes, la muchedumbre fue desconcentrándose lentamente al ritmo de la cumbia santafesina, llevándose anécdotas y recuerdos que perdurarán hasta que el cumpleaños 170 los vuelva a reencontrar ahí, en ese mismo lugar.